martes, 14 de octubre de 2008
Cuando uno pasea por esta ciudad del Languedoc y conoce la terrible historia del día 22 de julio de 1209 del asedio que sufrió por las tropas de Arnau de Amurí, Arzobispo y Duque de Narbona, ya no se oye la terrible frase de "matádlos a todos, Dios escogerá", ni los gritos de horror de los 20.000 asesinados, pero siente en la grisura de esta mañana de octubre la tristeza de los fanatismos que aún perduran a la sombra de los dioses.
Etiquetas: Franceses
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentarios:
Testigos mudos de lo que no debemos olvidar, para no repetirlo, me sucede similar cuando camino por la plaza de Tlatelolco en México.
Publicar un comentario